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Fragmento del grabado conmemorativo de la inauguración del camarín en 1776 |
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Grabado de Jesús Nazareno utilizado en una convocatoria de cultos de 1867 |
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Grabado de mitad del s.XVIII |
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Portada, 1854 |
“Afligida, empero, la ciudad, en el verano del 54, por el cólera morbo que en breve tiempo arrebato de la existencia más de 1500 victimas, la circunstancia providencial de que comenzara a decrecer en los primeros días de Octubre, mes consagrado a la Virgen del Rosario, y el apostolado del P. Juan Moreno, excitaron la decaída piedad que solo estaba dormida; se restauró la procesión de todos los años y el pueblo sintió renacer en si mismo el amor y el entusiasmo antiguos de su Patrona. Por este tiempo, y con este motivo, comenzose a hablar de la conveniencia de pedir a la Santa Sede la confirmación canónica del antiguo patronato de la ciudad…”
Del mismo modo es contado por Hipólito Sancho de Sopranis en su libro “La Virgen del Rosario, Patrona de Cádiz y de la Carrera de Indias, y su Convento de Padres Predicadores” publicado en 1927.
Volviendo a lo escrito por el Padre Ángel nos centramos en el Padre Juan Moreno. Unos años antes, concretamente el 18 de agosto de 1835 se produce la exclaustración de los dominicos quedando el culto hacía la Virgen del Rosario muy mermado. Durante la ausencia de los frailes el convento pendió de un hilo pues desde el consistorio se pretendía derribarlo para la usar el solar como “estacionamiento de carruajes”, así como estación de ferrocarril, pero la Orden Tercera de Santo Domingo, propietaria de su capilla, y la familia Sopranis, descendientes de D. Antonio Moreno Estopiñán, quien cedió el primitivo solar para la construcción del convento a la Orden de Predicadores con una cláusula de retorno, impidieron el derribo del convento. También se pretendió usar como cuartel de penados.
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Portada, 1854 |
“Con todo no puede dejarse de notarse el desvelo cariñoso del presbítero don Juan Moreno, encargado de la iglesia de Santo Domingo, el que en el ya mencionado barrio de Santa María y en los otros a este inmediatos, socorrió desde un principio a gran número de familias necesitadas, llevando a los pobres pan y otros recursos que los fieles le proporcionaban. Dotado este virtuoso sacerdote de un corazón extremadamente sensible, no podía ver derramar lágrimas sin tratar de enjuagarlas con palabras de amor y de consuelo; y esto aumentó el aprecio en que se le tenía hasta un punto tal, que causó una impresión dolorosa en todo el vecindario, la noticia de que había sido invadido del mal del que curó felizmente.”
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Una de las primeras fotografías que existe de la Virgen del Rosario |
Un año después, en 1855, el que fuera cura ecónomo de la Parroquia del Sagrario de la Catedral, además de ocupar la capellanía de la Iglesia de Santo Domingo y de la ya poco activa Archicofradía del Stmo. Rosario escribiría la famosa Novena del Terremoto. Durante su rectorado se consigue el nombramiento canónico de la Virgen del Rosario como Patrona de la ciudad. Este empeño en pro de la devoción hacia la Patrona y los servicios que le presta al vecindario del Barrio de Santa María le vale al sacerdote para que en 1867 sea nombrado capellán honorario de la ciudad según recogen las actas capitulares. Un año después, el día de la Festividad del Rosario, un grupo de revolucionarios propiciados por el estallido en nuestra ciudad de “La Gloriosa”, entran en el convento para buscar y destruir las maquinas e instrumentos de tortura de la Santa Inquisición, elementos que evidentemente no encontraron, teniendo el Padre Moreno que escapar por los tejados del convento. El que fuera durante 40 años el encargado del templo, y al que se le debe la construcción del altar del Sagrario o la colocación del reloj de la torre, moriría en 1875, en su convento, de donde nunca se quiso marchar, junto a la Virgen del Rosario.