Conocidísimos
son los hechos que sucedieron en la ciudad en la mañana del sábado 1 de
noviembre del año 1755, no tan conocido es lo que supuso ese terremoto en el
devenir de la historia de Nuestra Patrona. Nos relatan las crónicas que a las diez
de la mañana, un temblor de tierra de gran intensidad, se noto en toda
la ciudad durante 10 minutos, originándose algunos daños, pero ninguno
considerable. Poco después las olas alcanzaron entre 12 y 15 metros de altura, causando
15 muertos en la ciudad gracias a la rápida actuación del gobernador de la
ciudad, D. Antonio Azlor, que mandó a cerrar la puerta de la muralla por donde
se accedía a la ciudad, evitando así que la población huyera despavorida por el
istmo que une la ciudad con la Isla de León, el cual quedó sumergido por la
furia del mar. Posteriormente hemos sabido que el terremoto de Lisboa alcanzó
nueve grados en la escala de Ritcher, considerándose como uno de los mas
destructivos de la historia, dejando en España 61 muertos por el terremoto y mas
de 2.000 por el tsunami.
Si bien, la tradición
popular otorga a la Santísima Virgen del Rosario, en doble prodigio, que la furia
del mar cesara y retrocediera milagrosamente; ante el estandarte de su Rosario
Publico en el Barrio de la Viña, y en la muralla del Baluarte de los Negros
ante la gloriosa imagen de la Virgen a la que ya estaba vinculado el patronato
de la ciudad, pero gracias a este hecho quedaría refrendado por ambos cabildos,
secular y eclesiástico.
Hasta Santo
Domingo acudió el pueblo de Cádiz para implorar la intercesión de la Virgen,
que se encontraba en sus andas para la procesión claustral que se celebraría al
día siguiente, primer domingo de noviembre. La comunidad de padres dominicos
ante la cantidad de fieles que llegaban al templo, deciden llevar
procesionalmente a la Santísima Virgen hasta las murallas de la ciudad junto
con Su Divina Majestad, portando la custodia un religioso dominico. El numeroso
cortejo recorrió la calle Plocia para llegar al Callejón de los Negros y subir
la rampa que allí existía para acceder a la muralla del Baluarte del mismo
nombre donde depositan las andas de la Santísima Virgen junto con la custodia
con el Señor Sacramentado, en ese momento la población allí congregada cae de
rodilla al contemplar como las aguas retroceden y que perdía la fuerza, para
justo después aclamar con entusiasmo a la Virgen del Rosario. Con el mar en calma se procedió a la procesión de regreso de la Virgen, quedando expuesta en el Copas de Santo Domingo durante todo el día mirando hacia el mar, para la veneración y agradecimiento de los fieles.
El Obispo de la
diócesis, Fray Tomas del Valle se encontraba por accidente en la vecina localidad
de Puerto Real, exclamando mientras contemplaba el maremoto “¡Ay Cádiz, Dios
tenga de ti misericordia!” Al día siguiente llego el prelado a la ciudad, y
sabedor del milagro de la Santísima Virgen acudió a dar gracias a Santo
Domingo, acompañado de una gran muchedumbre. El martes 4 de noviembre publicó
el siguiente edicto que transcribimos.
“Don Fray Tomás del Valle, por la gracia
de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de Cádiz y Algeciras, del Consejo
de S. M .,su Capellán Mayor y Vicario General de la Real Armada del mar Océano,
etc.
A todos los fieles de esta Ciudad: Salud,
consolación y paz en Nuestro Señor Jesucristo.
Después de la terrible, espantosa y a
nuestros ojos jamás vista tormenta del temblor de tierra, y enfurecida braveza
del mar, en cuyos aparatos y horribles efectos llegamos a temer el sábado
próximo, no sin fundamento, el que a Cádiz se lo hubiese tragado este voraz
cristalino golfo; provida la Iglesia nuestra madre, aún no bien calmado el
susto, y vistiéndose del espíritu que la anima, salió al encuentro a nuestras
aflicciones: intimidándonos, por general consuelo por parte de Dios, el
siguiente gratísimo edicto, en el introito de la Misa, de la dominica
inmediata, que fue ayer, deducida del capítulo 29 de Jeremías, profeta, dice el
Señor: «Yo tengo pensamiento de paz, y no esos tan turbulentos que habéis
tenido; me invocareis, y yo os oiré muy pronto»; todo alusivo a la extraña
tormenta que padecieron los Discípulos en las orillas de la mar, de que hace
memoria el evangelio de dicho día; y viendo Nos, y otro tan oportuno igual,
como que parecen idénticos los casos; no podemos dejar de repetiros que Dios en
estos aparatos tormentosos no tiene pensamientos de guerra, sino de dulcísimos
preparativos al establecimiento de la interminable paz, que quiere hacer con
nuestras almas, llamándooslas con el espanto, buscándooslas con el movimiento
de la tierra, efecto de la solicitud de sus pasos, haciéndose sentir en el
retroceso del mar y en la furiosa cometida de sus olas; en las que a su vuelta
si el Señor no viniera de paz ya hubiéramos perecido todos; y manifestándonos
por último que si no lo tenemos de su parte estos amenazados castigos los
experimentaremos en un instante, estragos sobre nosotros. No quiera el Señor de
las Misericordias que nos mantengamos tan rebeldes y tan endurecidos que no
lleguemos a percibir el ruido de sus divinos piadosos pensamientos; ni quiera
Su Majestad que siguiendo Cádiz la inmensa libertad que se ha tomado en la
profanidad, obscenidad y descompuesta compostura de su adorno, en que ya
olvidando lo cristiano se pone todo el estudio en lo gentil y más arriesgado de
la brillante ostentación con que se procura tapar el barro de nuestra mortal
fetidez; acaso (acaso fatalísimo) lleguemos a vernos todos bajo el cuchillo de
la Divina severidad y venganza, que no tardará, en no quitando nosotros las
puntas aceradas de nuestros yerros, y culpas, que con tanto extremo en
concurrencia y diversiones, que corrompen la moral cristiana, avivan su veloz
movimiento.
A este fin, habido aquí por repetido el
mencionado Edicto de Jeremías, profeta, llamamos y convidamos a todos los
fieles de esta Ciudad a penitencia, compunción y llanto de nuestras culpas, por
medio de un ayuno riguroso según las fuerzas de cada uno en el día de mañana miércoles
5 , en el que con acuerdo de los Ilustrísimos Cabildos Eclesiástico y Secular
de esta Ciudad, hemos determinado salir por la tarde, llevando en procesión las
dos hermosas efigies de Nuestros Santos Patronos San Servando y Germano cuya
sangre regó esta tierra, que parece se nos quiere huir de nosotros por no poder
tolerar el gravísimo peso de nuestras deformidades; y conduciendo también el
relicario del Lignum Crucis con cuyo trofeo de la Pasión del Señor y Santas Imágenes,
nos encaminaremos a la iglesia de Ntro. Padre Santo Domingo con la más devota
rogativa, a poner a los pies de la Santísima Virgen del Rosario nuestros
humillados contritos corazones, ya arrepentidos de haber laxado tanto las
riendas; para lo que convocamos, citamos y pedimos a todos los fieles moradores
de esta Ciudad, que tengan a bien acompañarnos, tanto en la estación dicha
cuanto en la eficacia de pedir a Dios perdón y misericordia; y al día
siguiente, jueves 6, se manifestará en esta Catedral con misa el Augustísimo
Sacramento del Altar, entonando el Tedeum lauda- mus, en acción de gracias por
tantas y tan divinas piedades. Por todo lo cual, y para que todos se prevengan
con la correspondiente disposición y humillación debida a un acto tan piadoso y
de tanta edificación y consuelo, mandamos despachar y despachamos este nuestro
Edicto de general noticia a todos. Dado en Cádiz a cuatro días del mes de
Noviembre de 1755.—FRAY TOMÁS, OBISPO DE CÁDIZ.—Por mandado de S. I. el Obispo
mi Señor, DON LUCAS LÓPEZ DE BARRIO.”
Se cuenta que
tanto las fiestas del día 5 como las del día 6 se celebraron con gran
solemnidad participando en ellas todas las Comunidades, Cofradías y Hermandades
de la ciudad, especialmente la del Rosario dotando de gran pompa todos los
actos que se realizaron en Santo Domingo. También el ayuntamiento se sumó a los
actos en agradecimiento a la Virgen del Rosario, acordado el Cabildo municipal
lo siguiente que también transcribimos en su totalidad.
“Cabildo del sábado, día 8 de noviembre
de 1755. Se juntó el Cabildo General en las Casas Capitulares de esta ciudad,
Justicia y Regimiento, concurriendo los Sres. Don José Javier de Solórzano, del
Consejo de S.M. en la Real Audiencia de Sevilla, Teniente de Gobernador y
Alcalde Mayor por S.M. en esta; Don Juan Antonio Jiménez de Montalvo y Cabrera,
Alguacil Mayor; D. Juan de Huarte, D. Manuel de Barrios y Soto, D. Juan Luis de
Orta, Procurador Mayor; D. Francisco Lebrun Chacón, del Orden de Santiago; D.
Jerónimo Ravaschiero y Tiesco, D. Francisco José Roldan y Villalta, D. Juan
Vicente de Salazar y Herrera, D. Juan Manuel de Alderete, Marques de Casinas;
D. Juan Terry, Marques de Cañada, D. Luis Arnesto de Troya; D. Francisco de
Cepeda Guerrero, del Orden de Calatrava; D. Antonio Legobien y Mendoza, D.
Diego Martínez Contador, D. Juan José Romero Yepes, D. Bartolomé Antonio de
Losada y Quiroga y D. José de Lila y Fantoni, todos Regidores perpetuos de esta
ciudad, y juntos capitularmente, habiéndose mandado entrar en la Sala Capitular
y entrando en ella Joseph Martín y Miguel Montero, porteros, exhibieron las
cédulas convocatorias para este Cabildo cuyos puntos son: Para oír al
Procurador Mayor sobre lo acaecido el día de Todos los Santos, sábado 1 de este
mes y sus incidencias; y jurado dichos porteros por Dios y una Cruz, según
derecho, certificando haber convocado a todos los señores capitulares que se
hallan en esta ciudad y pudieron ser habidos, y a los que no, les dejaron
recado en las casas de sus moradas, con expresión bastante de los puntos de
dicha cédula, con lo que se procedió a la celebración de este Cabildo en que se
trató y se acordó lo siguiente:
Leyóse la cédula convocatoria y en su
consecuencia el Sr. D. Juan Luis de Orta, Procurador Mayor, manifestó a la
Ciudad que, siendo notorio el trágico acontecimiento del día de Todos los
santos, primero de este mes, en que después de haberse experimentado el temblor
de tierra, salióse del mar de su centro. Rompió parte de la muralla de la
Caleta e inundó porción del Barrio de la Viña, amagando entrar por tres veces, también
por la Puerta del mar, ocasionando daños en algunos edificios y consternando al
pueblo con tal terror que abandonaron sus casas muchas personas, que
encontraron desgraciadamente la muerte en donde iban a salvar la vida; pero
como estos efectos y otros que se van experimentando necesitan una relación
individual para perpetuar memoria, lo hace presente solo a esta Ciudad por
ahora, para que en su inteligencia y en la del Edicto que acompaña y presenta,
acuerde lo que estime conveniente. (Incluyéndose el Edicto.) En el que (la Misa
de acción de gracias, en la Catedral) estuvieron representadas todas las
Comunidades, Cofradías y Rosarios, implorando la Divina Misericordia y el
Patrocinio de la Inmaculada Virgen María, cuya Cofradía con la advocación del
Santísimo Rosario, ha pasado aviso a dicho Sr. Procurador Mayor, haber
resuelto, de acuerdo con la Comunidad de Sto. Domingo, celebrar una Novena de
Misas cantadas por la mañana, y plática por la tarde, y que concluida se saque
el sábado en la tarde una procesión con la imagen de Nuestra Señora del Rosario
y los demás pasos que se quieran agregar, pasándolos alrededor de las murallas
para universal consuelo de este afligido pueblo, que lo confía todo del patrocinio del original de esta
sagrada imagen; para que dicho Sr. Procurador Mayor lo noticiase en la Ciudad
en nombre de dicha Comunidad y Cofradía, como lo ejecutó en todo lo
anteriormente expuesto, para que en su inteligencia la Ciudad acuerde la
demostración que su piedad y reconocimiento le dictase en obsequio de la
soberana protección de la siempre Inmaculada Virgen bajo la advocación del Stmo.
Rosario.
Y la Ciudad, en inteligencia de todo lo
expuesto por dicho Procurador Mayor (que también añadió la noticia de haber
entendido que el Ilmo. Cabildo Eclesiástico había de juntarse el lunes
inmediato para hablar del mismo asunto con alguna circunstancia a que haya la
Ciudad de tratar) y deseosa de estrechar mas y mas los vínculos de
correspondencia que le unen con el Cabildo Catedral, acuerda dar tiempo a las disposiciones
que pudiera determinar por si, declarando en el interior que, no oponiéndose a
esto la erección de una columna sobre el cual se eleve una imagen de Nuestra
Señora del Rosario, en el sitio que pareciere más oportuno, nombrándola por
Patrona Titular de la Ciudad, con todas las extensiones que no se hubieran
hecho en 1730, agregando en la forma que pareciere mas regular y sagrada el
titulo del Santísimo Rosario, de suerte que no se oponga a los cánones ni a las
disposiciones legales, y que el domingo de este en ocho días se haga una fiesta
con toda la solemnidad a la Santísima Virgen del Rosario en la citada Iglesia
de Santo Domingo, la cual se repita todos los años en el día de Todos los
Santos, para memoria del suceso en él acaecido y Patrocinio Soberano,
asistiendo capitularmente a la referida Iglesia. Y que en caso de que la
resolución del Cabildo Eclesiástico no fuese la misma que la Ciudad ha
acordado, se le convide a esta para que concurra a hacer mas solemne esta
primera fiesta, con su asistencia, en la cual están conformes todos los Sres.
Capitulares, a excepción de los señores D. Francisco Lebrun, D. Jerónimo
Navadiero, D. Francisco Roldan, Marqueses de Casinas y de la Cañada, D. Bartolomé
Losada, D. Joseph de Lila y D. Francisco Cepeda que añadieron, creían
conveniente se votara además la extinción de las comedias, unos, y otros las
suspensión de las representaciones; sobre lo cual acordó la Ciudad, deferirlo
para otro Cabildo en que se expresara en forma, en la cédula convocatoria.
También acordó la Ciudad, renovando la memoria devota de Ntro. P. Jesús
Nazareno y Ntra. Sra. del Rosario, se den doscientos ducados, cien a cada una
de las dos Cofradías, para ayudar de costas de la cera que están consumiendo en
el culto de sus Santas Imágenes Titulares. Con lo que se levanto el Cabildo,
siendo cerca de las dos de la tarde; y lo firman los Sres. Alcalde y Alguacil
Mayor, de que yo el Escribano Secretario doy fe. Joseph Xavier de Solórzano-
Juan Jiménez de Montalvo – Juan Lorenzo de Pro. Escrib de Cabildo”
El Cabildo
Eclesiástico se reuniría el 12 de noviembre y dichos acuerdos fueron leídos en
el Cabildo Secular del sábado 29
del mimo mes, según consta en el libro de Actas Capitulares. El acuerdo
del Cabildo Eclesiástico es el siguiente:
“D. Francisco de Paula de Luarca,
Prebendado de esta Santa Iglesia y Secretario Capitular de los Sres. Dean y
Cabildo de ella.
Certifico, que en el que dichos Señores
celebraron hoy día de la fecha a mi presencia citados por cédula ante idem,
entre otros particulares se trató sobre el terremoto acaecido el día de Todos
los Santos de este presente año, para determinar una memoria perpetua que en el
futuro haga recuerdo del beneficio que esta Ciudad recibió de Su Divina Majestad
en haber detenido el amago de su justicia, acordó lo siguiente:
Que el día de Todos los Santos de cada
año a la hora de Prima se diga una misa rezada en el Oratorio de la antesala
Capitular y con la Reliquia del Stmo. Lignum Crucis se conjure el mar desde la
ventana de dicha Sala, como se hizo en el día del conflicto: Que a la hora de
Tercia se manifieste el Stmo. y se entone el Tedeum acabada esta, el que se irá
cantando durante la procesión claustral, llevándose en ella el Lignum Crucis y
las imágenes de los Santos Patronos que han de estar expuestos a la pública
veneración desde las vísperas del día de dichos Todos los Santos; Que en el sermón
de ese día se encargue al Prebendado haga memoria del terremoto y sus circunstancias.
Asimismo votaron dichos Señores dos días
de ayuno: el uno la víspera de dichos Santos Patronos y el otro el de la de
Ntra. Sra. del Rosario, desde ahora para siempre.
Y para que conste doy el presente refiriéndome
en un todo al citado acuerdo. En Cádiz a 12 de Noviembre de 1775. D. Francisco
de P. Luarca, Rac. Secrt.”
Dicho Acta del Secular continua acordando la conformidad de lo expuesto por el Cabildo Eclesiástico y se daba por hecho oficialmente, constituida y proclamada a la Santísima Virgen del Rosario como Patrona de Cádiz. Como ratificación perpetua, el Cabildo Secular acuerda reformar el blasón de la ciudad para incluir en el a la Virgen del Rosario. El acta del Cabildo dice lo Siguiente:
“Cabildo General celebrado el jueves 1 de
Abril de 1756. Se leyó el punto 2º de la cédula convocatoria, y en su
consecuencia el señor D. Juan Luis de Orta, Procurador Mayor, hizo
manifestación de una lamina que en virtud de acuerdos anteriores de esta Ciudad
había hecho sacar, añadiendo a los antiguos el último jeroglífico de Stmo.
Rosario, en memoria de lo sucedido el día 1 de Noviembre de año próximo pasado,
a fin de que se pase al archivo de la Ciudad para usarlo en todas las
dedicatorias, pasaportes, patentes y demás papeles y actos públicos y privados en
que la Ciudad acostumbrara a poner el blasón de sus armas; y enterada la Ciudad
de todo lo propuesto por dicho regidor, acordó aprobar, como aprueba todo lo
por él actuado en este particular, y que los ciento y veinte pesos en que ha
dicho ajustó dicha lámina se paguen y dicho Sr. Los libre sobre los caudales lo
mas pronto, como también el costo
del adorno de las imágenes de los Santos Patronos y su caídas, de que dicho Sr.
Dio cuenta en el Cabildo anterior; pero ahora nuevamente se le encarga que si
en las caídas antiguas estuviere el escudo de armas de la Ciudad, procure se coloquen
las nuevas en la forma que parezca mas lucida y semejante a lo antiguo…”
Este proyecto de
reforma del escudo que aprobó el Cabildo Secular, de llegarse a usar, duró poco
tiempo, ya que no se conoce ningún documento donde aparezca el escudo, lo que
no
cabe duda es que después de la intersección milagrosa de la Virgen del
Rosario en el Terremoto de Lisboa, la Ciudad decidió cambiar su blasón e
incluir el Rosario. El Ayuntamiento perpetuó el milagro encargando una pintura de grandes dimensiones quedando situada en la escalera principal del mismo. Como recuerdo del milagro de la Virgen en el terremoto fue
levantado el Triunfo del Stmo. Rosario, aprobado en el Cabildo Secular del 8 de
noviembre de 1755. Para la edificación del mismo se presentaron varios diseños,
escogiéndose el realizado por Torcuato Cayón de la Vega en 1756. La falta de
escultores retraso el inicio de la obra, comenzándolo a esculpir un escultor
local seis años después, pero la obra quedo paralizada caer preso el artista.
Para que la obra siguiera su curso el escultor fue trasladado desde la cárcel a
los calabozos del Castillo de Santa Catalina, donde cada mañana recogían al
escultor para trasladarlo al Hospicio donde se estaba esculpiendo el triunfo.
Una vez puesto en libertad, desapareció dejando la obra inconclusa. Continuaría
con las labores un escultor natural de Málaga que tampoco acabaría el
monumento. Finalmente se contacto con el afamado escultor genotes Jacome
Baccaro que tenia su residencia en Jerez de la Frontera y fue el encargado de
concluir la obra. La misma se colocó frente al Hospicio en el año 1761 hasta
que en septiembre de 1873 fue brutalmente derribado por el Ayuntamiento
Republicano Federal de Fermín Salvochea, pasando posteriormente al interior del
Hospicio. La base del triunfo contaba con el escudo de armas de la ciudad
grabado en el frontal y con las siguientes leyendas en cada una de sus caras
que hoy en día están depositadas en el Museo Histórico Provincial:
“BEATAE MARIAE SUB TITULO SS ROSARII
PROPTER INCOLUMITATEN EJUS MUNERO IN
ERRAE MOTU
ANNI MDCCV
MIRABILITOR ASSERTAM, HOC GRATITUDINIS
MONUMENTUM GADITANI SENATUS PIETATIS
DECREVIT
RELEGION VOVIT, AMPLITUD EREXIT”
Estando esta en
la parte opuesta al escudo de la ciudad y en el costado izquierdo, su
traducción al castellano:
“LA CIUDAD DE CÁDIZ, POR LA EXPERIMENTADA
LIBERTAD DEL ESTRAGO CONQUE LA AMENAZO EL
TERREMOTO
DE PRIMERO DE NOVIEMBRE DE MIL
SETECIENTOS CICUENTA Y CINCO
DEBIDA AL PATROCINIO DE MARIA SANTÍSIMA
EN SEÑAL DE SU ETERNO AGRADECIMIENTO
ACORDO CONSAGRAR ESTA COLUMNA A SU
MAJESTAD CON EL TITULO
DEL SANTÍSIMO ROSARIO”
En el lado
opuesto, la conmemoración de su erección:
“REINANDO EL S. DN. CARLOS III
SIENDO GOBERNADOR DE CÁDIZ EL EXCMO. SR.
D. ANTONIO DE AZLOR
TENIENTE GENERAL DE LOS REALES EJERCITOS
Y DIPUTADOS LOS SRES. DN. JUAN DE HUARTE,
REGIDOR
DE PREEMINENCIA
Y DN. MATEO MONTALVO, REGIDOR Y
PROCURADOR MAYOR
AÑO
DE 1761.”
En
7 de octubre de 1954 el Obispo de Cádiz, Tomas Gutiérrez Díaz, revestido de
Pontifical, procedió a la bendición de la nueva ubicación del monumento dedicado al
Triunfo de la Virgen del Rosario, situándose este en los jardines de Canalejas.
El alcalde, D. José León de Carranza, de rodillas ante la Patrona en su último
emplazamiento, renueva el voto que la ciudad hiciera en 1755. En la base del
mismo se coloco una lapida reproducción la antigua inscripción y añadiendo:
“EL EXCMO. AYUNTAMIENTO DE 1954 ACORDO
EMPLAZAR LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA, PATRONA DE CADIZ EN ESTOS JARDINES”
También
como recuerdo del milagroso prodigio de la Virgen en 1755, la Cofradía del
Santísimo Rosario instauró la Novena y Procesión del Terremoto que se vino
celebrando hasta mediados del siglo XIX. Mas adelante escribiremos sobre la
procesión del Terremoto, la cual se llevaba a cabo con la imagen pequeña que presidía
el Altar Mayor de la Capilla de la V.O.T. de Santo Domingo, y que llegaba hasta
la antigua Puerta del Mar donde se bendecían las Aguas. En 1855 al cumplirse un
siglo del milagro del terremoto, el dominico Fray Juan Moreno escribe para su
edición la Novena del Terremoto, siendo reeditada en 1912.
Es
obligación de los frailes dominicos y los cofrades del Rosario instaurar de
nuevo las fiestas del día 1 de Noviembre que hoy en día han caído en el olvido.
Una vez pasada la novena a octubre, no sería descabellado instaurar un triduo
en y la procesión del terremoto el día 1 en conmemoración del milagro de la
Virgen del Rosario, pudiéndose realizar con la Virgen del Rosario Galeona.