jueves, 28 de noviembre de 2013

Misa de campaña en 1895


Gracias a la prensa histórica (La Correspondencia de España y El Liberal de Madrid, 26/8/1895, La Ilustración Española y Americana 8/9/1895) descubrimos este desconocido episodio de la historia de nuestra ciudad y de nuestro país, que una vez mas tiene como protagonista a nuestra excelsa Patrona. Desde Cádiz han de partir los distintos regimientos que combatirán en la Guerra de Cuba. Nos remontamos al 25 de agosto de 1895.

 

A las cuatro de la mañana salio de la Iglesia de Santo Domingo la Virgen del Rosario, Patrona de Cádiz, acompañándola con cirios mas de doscientas señoras. La procesión cruzó el popular barrio de Santa María, donde se haya situada aquella Iglesia. Los vecinos se asomaban a los balcones y la gente llenaba las calles, aglomerándose al paso de la procesión. Esta, a aquellas horas, presentaba un aspecto fantástico. La Virgen fue colocada ante la tribuna levantada ante la fachada del Ayuntamiento y frente a la Puerta del Mar, por donde han de pasar las tropas. El altar en el que se halla la Virgen estaba adornado con guirnaldas de flores, plantas, colgaduras y trofeos militares. En el balcón principal del Ayuntamiento ondeaba el histórico pendón de la ciudad de Cádiz. Debajo del pendón, hecho con letras colosales, había un letrero de flores con las inscripciones “Álava, Cádiz, Soria”.

A las seis comenzó la misa de campaña en la plaza Isabel II. Adornado el Ayuntamiento, se encontraba un graderío presidido por la Virgen del Rosario, Patrona de Cádiz. Todas las casas que tenian vistas a la plaza lucían magnificas colgaduras. Al acto acudieron el Municipio y la Diputación, los generales Rodas, Castillejos, Rey y Santaló, las corporaciones, los batallones de Álava, Soria y Pavia, el de artillería de plaza y la oficialidad franca de servicio.

Oficio el prelado de Cádiz, Excelentísimo y Reverendísimo Sr. Vicente Calvo y Valero, ayudado del canónigo Sr. Morales, el cual, después de concluida la misa, dirigió una sentida plática a los expedicionarios. El señor obispo se dirigió de esta forma a los soldados: “Aquí estamos reunidos, ante el Señor de los ejércitos, ante su Santa Madre, el excelsa Emperatriz de las victorias que prende ese altar, con tanto gusto dispuesto, para impetrar gracia y protección a favor de los soldados que marchan, y que retornen victoriosos a este pueblo que ahora, triste, los ve partir. ¡Soldados de Álava y de Soria, sed devotos de la Virgen, recordad las oraciones que vuestras madres os enseñaban cuando con vuestras tiernas manecitas os hacían la señal de la Cruz en la frente! María os amparará y defenderá de los horrores y peligros de la guerra. En estos momentos solemnes, tan críticos como emocionados, e interpretando los deseos del Sumo Pontífice, cuya representación augusta todos los Obispos tenemos, yo bendigo a estas tropas y a este pueblo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Las personas que había en los balcones, azoteas y muralla con objeto de presenciar el desfile, sobrepasaba los 18.000. Terminada la misa, la Santísima Virgen fue de nuevo conducida a su templo, acompañada por todo el estamento oficial. El embarco de las tropas tendría lugar a la 13 horas de ese mismo día en la fragata Buenos Aires

Las ilustraciones que forman este articulo corresponden a una fotografía extraída de la revista “Blanco y Negro” siendo su autor Lebrón Luzuriaga, y una litografía reproducción dicha fotografía, impresa en la publicación periódica “La Ilustración Española y Americana”.